Realmente me estaba atrayendo. Sí mi mujer hubiera estado presente y lo hubiese presenciado; probablemente me hubiese echado en ese mismo momento [sin dudarlo el menor instante] de su casa. Pero por suerte para mí, estaba en uno de sus infinitos viajes de negocios por el Norte de América, conversando y disfrutando de la gente influyente dentro del mundo de la moda y del Arte. Probablemente hubiese madrugado y estuviese en una de sus innumerables visitas en el MOMA´s de New York haciéndose pasar por la más Snob de todos. Al contrario, yo había estado trasnochando y todavía no había llegado el momento de reunirse con Morpheo. Estaba influenciado por las Anfetas y la destilación Londinense de más de 10 años. El sol; entraba entre las rendijas de la vieja persiana de madera, proyectaba sobre la violeta funda del edredón de plumas esa secuencia lineal lumínica que todos conocemos y hemos visto muchas de las mañana al despertar. Me encontraba reposado, fumando tabaco rubio sin parar. Un pito tras otro. Entre los pocos rayos que podían pasar a la habitación, el humo de mi pitillo realizaba una danza magnifica que parecía sincronizarse con el movimiento de cuerpos que había presentes y con los delicados juegos de luces. Parecía que alguien estuviese al frente de aquel tan magnífico espectáculo lumínico. Sentado en la cama, apoyando mi espalda sobre el reposacabezas, observo. Observo. A los pies de mi cama se encuentran esas dos personas que he traído a casa esta mañana con tal de no sentirme solo y desgraciado, por no recordar que no fui capaz de compartir los gustos de Jannis, ni de adaptarme a los ritmos sociales normales. Mierda, ¿qué estoy observando? Como dos personas se besan, se lamen, se restriegan en mi propia cama [como si de magnetismo se tratase]. Extrañamente me está atrayendo y gustando. Un total vouyer, un detective social, un historiador contemporáneo, un hijo de la descomposición natural orgánica.
lunes, 29 de septiembre de 2014
Huellas de mi ciudad.
Realmente me estaba atrayendo. Sí mi mujer hubiera estado presente y lo hubiese presenciado; probablemente me hubiese echado en ese mismo momento [sin dudarlo el menor instante] de su casa. Pero por suerte para mí, estaba en uno de sus infinitos viajes de negocios por el Norte de América, conversando y disfrutando de la gente influyente dentro del mundo de la moda y del Arte. Probablemente hubiese madrugado y estuviese en una de sus innumerables visitas en el MOMA´s de New York haciéndose pasar por la más Snob de todos. Al contrario, yo había estado trasnochando y todavía no había llegado el momento de reunirse con Morpheo. Estaba influenciado por las Anfetas y la destilación Londinense de más de 10 años. El sol; entraba entre las rendijas de la vieja persiana de madera, proyectaba sobre la violeta funda del edredón de plumas esa secuencia lineal lumínica que todos conocemos y hemos visto muchas de las mañana al despertar. Me encontraba reposado, fumando tabaco rubio sin parar. Un pito tras otro. Entre los pocos rayos que podían pasar a la habitación, el humo de mi pitillo realizaba una danza magnifica que parecía sincronizarse con el movimiento de cuerpos que había presentes y con los delicados juegos de luces. Parecía que alguien estuviese al frente de aquel tan magnífico espectáculo lumínico. Sentado en la cama, apoyando mi espalda sobre el reposacabezas, observo. Observo. A los pies de mi cama se encuentran esas dos personas que he traído a casa esta mañana con tal de no sentirme solo y desgraciado, por no recordar que no fui capaz de compartir los gustos de Jannis, ni de adaptarme a los ritmos sociales normales. Mierda, ¿qué estoy observando? Como dos personas se besan, se lamen, se restriegan en mi propia cama [como si de magnetismo se tratase]. Extrañamente me está atrayendo y gustando. Un total vouyer, un detective social, un historiador contemporáneo, un hijo de la descomposición natural orgánica.
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