¿Y qué es el
recuerdo? A veces lo vemos muy claro, se nos presenta con evidencia ante
nuestros ojos cerrados. Suele traernos sensaciones; acompañadas de arduos
escalofríos o de tenues alegrías. Un sinfín de situaciones temporales
proyectadas en los Yelmo Cineplex de nuestras pupilas. Mundos reflejados que
escapan de lo presente y lo cotidiano. Tan alejados de lo terreno como utopías
arquitectónicas renacentistas. Un pensamiento circular te atrapa; viajas con
él, viajas sobre él. Es como recorrerte a ti mismo en globo a lo largo de 80
días. Sendas exóticas que explorar en busca de lo que crees haber
experimentado. Lugares tan desconocidos para el individuo como para la
Geografía más desarrollada. Arqueólogos en una intensa búsqueda infinita a
través de Google Earth. Hallas ese algo; ese algo que te inunda por completo y
te hace suspirar. Se detiene. Suspiras
como lo haría un cardiólogo frente a esa operación tan arriesgada y en ese instante
-sólo podría ser en ese instante-, te
encuentras. No sabes dónde ni cómo pero estás por completo sumergido en el
océano de tus emociones. Resulta ser un paraje oscuro pero tú lo aprecias con
claridad. Es la verde esperanza de los bosques al alcance de tus delicadas y frías yemas. Un acceso directo al panel de control y al historial de búsquedas
clandestinas personales.
Pausadamente se
regresa, se reconoce lo observado y se profundiza en lo asociado. Jamás existió
la clarividencia hasta en ese momento en el que pozo todo se sumerge y
vislumbra de en función a lo tan claro.