jueves, 31 de diciembre de 2015

MARKETING DE DISIODOS COMPULSIVOS -Huellas de la ciudad-.

  
     Se ha vendido en estas fechas todo el pescado que debía venderse, y ella se pregunta: ¿Los gatos celebrarán las navidades en los contenedores con todas las raspas de las viejas señoras?

     Siempre atrajo a todo tipo de públicos su forma de persuadir, su trasfondo esotérico profesional y la malévola sonrisa que compartía con Jack Nicholson. Ojala alguien hubiese cerrado la puerta aquella noche, aquella noche. Conforme con los atroces acontecimientos venideros, se encerró en el bucle que suponía la incondicional creatividad. Llamadlo humilde soberbia o definitiva indecisión. Murakami, calcetos de semanas atrás y váteres atascados, hablaba consigo mismo, parafraseaba sus perladas y veía caer a las víctimas del cielo. La Santísima Trinidad vestida de luto. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

62 SILOMISMOS




36  

Digno de estudio.

Como los crímenes pasionales 

o las plantas carnivoras   




37  

He firmado con Ketchup

mi redención más externa.. 

He utilizado Mostaza

para desinfectar mis heridas.   



38
  
¿En qué libros puedo 

hallar la Geografía del Mar?  

                                           La Isla Mínima



miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ensalada con malta y kakfa.

  

 .     Un pequeño ídolo del viejo Egipto
 .     Una llamada telefónica inoportuna
 .     Un mechón de pelo del bigote de papá
 .     Un insignificante recorte de la página de sucesos locales
 .     Restos anónimos de esperma
 .     Un estéril resplandor
 .     Una edición descatalogada
 .
 .
 .



        En fin, creo que no se que más podría añadir a la lista. La insignificante lista de cómo prepararme un buen potaje. Antes los preparaba. Para nosotros, para vosotros, para ellos. Si sabes cómo prepararlos... ¿por qué ceñirte a los congelados del supermercado? Es fácil; ¿quién consigue unos ingredientes? El que los cosecha. ¿Y quién cosecha? La paciencia. La mayor de las gracias que nos impulsa a esa cicuta a la  que algunos son tan osados como para llamar vida. Otros, en cambio, prefieren redactar listas de la compra imposibles. Se imaginan: ¿Disculpe señorita dónde está la sección de los cuadros que nunca pinté?...

 -No, no, no. Mierda, nada de eso está bien. Volvamos a empezar: 

      Corto las venas, aso los gratos recuerdos y descongelo la paciencia.

-Ahora creo que si.

      Corto las venas, aso los gratos recuerdos y descongelo la paciencia. Es normal que los ojos te lloren pues la cebolla destapa esa caverna tan recóndita dónde algunos de tus vivencias más traumáticas han vivido durante años. Los colores de la verduras son los confeti que nunca te lanzaron y en medio del esperanzador verde de la ensalada una cucaracha fue a depositar sus estimadas liendres. Arroz con kafkas pasadas. Pasas que pasan de hablarte. De los cuchillos no te preocupes, no son lo que nos han contado son inofensivos, sobre todo por el lado del filo; caminar por él es andar entre las densas calles de la psique social. Si tienes fiebre usa tu Frost, si tienes frío no olvides la publicidad de Fagor. 

viernes, 26 de junio de 2015

   


         Me salvan las rojas y sonoras  tabletas de Kit-Kat y esas horas de espera y fuerza física que paso en el retrete en esa maldita y cómoda posición antinatural; quizás una sea consecuencia de la otra pero para mi suerte son La Redención. Un Ave María contemporáneo, una noche de San Juan en la hoguera o el nuevo videojuego para la XBOX 3.60 que tanto lleva esperando el mocoso de turno. No tengo la mínima constancia de a que me dedico, ni cuáles eran los objetivos… ¿Existen? ¿Los he tenido? No lo recuerdo o no quiero recordarlo, no lo se del todo. Pero ahora estoy totalmente limitado a este ejercicio de ama de casa que siempre me gustó y dinamizó la situación. Tú, en cambio: viajas. A México, a la mente del borracho del bar y los abismos de tu propia psicosis. O eso crees, más bien eso crees; pero tampoco es del todo así. Buscas ese billete para el aeropuerto que solo va a llevarte de ida a la madriguera del blanco conejo, en cambio, desconoces o olvidas que no hay billete de vuelta y que nada de lo que te enseñó el sombrero es lección para esta vida tan tangible y deshumanizada. 

domingo, 31 de mayo de 2015

Diarios de la tarde noche, a eso de las 19:37.

            Se deseó a si mismo fuera de aquel lugar tan recóndito, fuera de aquel tiempo en los que los segundos tanto pesaban, resultaba realmente una tarea meticulosa y difícil poder llegar a contarlos. Se imaginó a si mismo alejado. En cualquier lugar de la ciudad tomando una fría cerveza a la cálida luz del sol que iluminaba la época estival. Se encontraba contra la espada y la pared, o mejor especificado, la espalda contra la pared y frente a él todo aquel ejercito de rumanos que trabajaban para él. Evidentemente se habían confundido de hombre pero no habría forma ni manera alguna de explicárselo, era más fácil convencer a un rinoceronte de que intentase practicar el hula-hop, a que aquellos hombres tan tatuados y llenos de cicatrices escuchasen lo que tenía yo tenía que decirles. Estaba hasta el jodido cuello de mierda y no parecía que  hubiese optativa: O cantaba algo de lo que no tenía ni la más remota idea o aquellos tíos tan duros harían de mí picadillo que venderían a la mañana siguiente en cualquier esquina del barrio chino a cualquier confiada señora a ofertas especiales de los miércoles.

            Entonces entró él. Sonrisa truncada, gafas de sol tan oscuras como para emitir un destello, corbata granate con rombos, un resplandeciente traje blanco de seda y un enorme sombrero -del mismo color- del que quedaba sostenido un naipe francés. El nueve de diamantes. Una gran piel de zorro como la de las películas de mafiosos de Harlem colgaba sobre su cuello -más tarde gracias a mi amistad con Jessy descubriría que ese hombre se trataba de alguien conocido como El Nueve de Diamantes-. Tal nombre le vino a raíz de que eliminase a los nueve más grandes e importantes del tráfico de armas y estupefacientes de la ciudad en una gran cena de celebración a la que los había invitado con ánimo de reconciliación. La traición le costó el poder; otorgándose a sí tal nombre que a mi parecer me sorprendió y merecía tras semejante matanza.
       -No es él.

      -Pero Nueve; corresponde a la descripción que nos dio. 

      Un gran frío inundó la abandonada sala.

jueves, 12 de marzo de 2015

Megalomanía del patriota.


       Me encuentro atrapado entre una corriente social continua de pragmatismo y realidad tangible. Ahora bien; evidentemente el pensamiento mágico influencia de manera directa mí día a día de forma desproporcionada. Es un dejar de hacer por ver el gato cósmico de Nobita en el chucho mexicano de la señora de grandes gafas de sol y largo abrigo que veo todas las mañanas camino a la rutina -que realmente supone una decepción desventurada- diaria. 
      ¿Qué hacer cuando ves la luna reflejada en el espejo del baño? Recuerdo que no había ventanas en aquel lugar. Encriptar a través de la introversión tu código personal para ti y únicamente para ti; e intentar cumplir ese código de normas que incluso acaban por adicionarte y falsamente gustarte. Intenciones desposeídas por el juego de los estímulos tragicómicos. Mi superhéroe favorito es Banal-Man, si; coleccioné y compré uno por uno todos los fascículos en el quiosco del parque cada domingo por la  mañana junto a mi primogénito Érror. Se llama ilusión al amanecer, y decepción cuándo después de tantas horas me fusiono con las sábanas. Por suerte, ese es el momento de otro de mis ídolos favoritos. Me sopla y mece hacía esos mundos desconocidos pero que se encuentran en lo más profundo de mi interior. Nadas en contra de la corriente, un salmón. Un sabroso y delicioso salmón ahumado hace olvidar que hay entre las manos. No recuerdo haber utilizado tenedor y cuchillo para este plato anteriormente... No importa: el trabajo será más limpio. 

      

viernes, 6 de febrero de 2015

Huellas de mi ciudad.

     Entre el Barullo de la performance que ese famoso artista había montado delante del Duomo y mi percepción de la magnitud espacial de dicho edificio, apenas quedaba nada más a lo que prestar atención. Existían cientos de escenas cotidianas y pedantes como las que vivimos a diario: turistas realizando fotos, grupos de niños en excursión, parejas de enamorados sacados de comedias americanas, hombres que buscaban un imposible brillo al mármol de la plaza… Pero no; nada de eso iba a ser capaz registrar mi mente en esa mañana; no había espacio en ese momento para la antropología ni la sociología. En esta ocasión tenía claro dejarlas de lado y dar la espalda a todo lo que creía ser. Lo de la vocación voyeur y el confidencialismo social se desplomaban como el pichón alcanzado por el vástago cazador cuándo se dispone a alzar el vuelo.  En los pináculos se acumulaban cientos de palomas que no quería ver, en las esquinas hombres repartían folletos con publicidad que no era capaz de recoger. Lo que un día no quise abandonar y hoy he hecho.
Quizás nos habíamos cruzado mil veces por delante del Duomo antes, pero no nos habíamos reconocido o inconscientemente lo habíamos evitado -como he dicho, siempre se encuentra saturado de estimulaciones que hacen que uno pierda la conciencia de sí mismo-. Era una mañana fría y por fin tras varias semanas de auténtico frío invernal había salido el reluciente sol; las vidrieras de los grandes edificios proyectaban el azul casi turquesa que caracteriza a esta ciudad en los pocos días al año en el que al dios sol de los celtas se deja ver la espalda. Y yo vi tu espalda; y como no, me abalancé sobre ella. Una larga chaqueta, pero yo vi tu espalda. Llevabas la capucha puesta, pero yo vi tu espalda. Siempre me recordó a una de las gracias que pintó Annibale Carracci para la Galería Farnesio y por desgracia durante la universidad tuvimos que hacer un proyecto sobre ella, cómo olvidar esa maldita exaltación física de lo sobrehumano. Te pregunté.